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De seres y razas (III) 

Newods.

                Los newods son seres achaparrados (no superan el metro y medio), gordos y de aspecto poco pulcro aunque, sorprendentemente, son extremadamente ágiles. Su piel abarca diversas tonalidades grisáceas y oscuras, a veces moteada con colores marrones. Tienen poco pelo, casi todo en la parte superior de la cabeza, recogiéndolo en rudimentarias trenzas o pequeñas coletas. Son una raza que convive con la naturaleza, respetándola y protegiéndola en todo lo que puede, tomando solo lo necesario de ella. Abundan los exploradores y hay chamanes y curanderos entre ellos, no son unos guerreros consumados pero si tienen que luchar para proteger a su pueblo o a la madre naturaleza lo harán sin dudar.

 

HUMANOS.

 

Humanos pétreos.

                Los humanos pétreos tienen un periodo vital más amplio que los humanos normales, envejecen con mayor lentitud y tienen mayor resistencia que estos. Pueden permanecer sin dormir varios días, son más fuertes y, si se dedican a las artes mágicas, tienen mejores capacidades que los humanos normales. Su visión y su altura son ligeramente superiores, aunque no hay rasgos físicos que delaten su verdadera naturaleza.

                Nadie sabe con certeza su procedencia, aunque se cree que provienen de los elfos, con los que se les emparentó hace siglos en las aldeas próximas a Meldrián.

 

Sureños.

                Humanos que habitan al sur de Sikan, aunque podríamos diferenciar entre los que viven en el Cruceaguas y los de las ciudades de Molnar y, posteriormente, Khel Falas. Los primeros están más centrados en el comercio por su ubicación, junto al río y en el interior. Los segundos son más beligerantes y odian a los elfos por su aspecto, totalmente diferente al suyo, y por su naturaleza bondadosa y amante de los seres vivos.

                Casi todos tienen la piel de una tonalidad ligeramente bronceada, ojos marrones u oscuros y suelen dejarse crecer barba. Cabellos morenos, altos y fuertes, no tienen restricciones para realizar cualquier profesión, por lo que hay guerreros, magos, exploradores, curanderos…  

 

Norteños.

                Apodados humanos de rasgos suaves por sus vecinos del sur. Piel más clara, al igual que sus cabellos e incluso ojos. Centrados en el comercio y no la guerra. De complexión similar a los sureños y, al igual que ellos, sin restricciones para las profesiones.

 

Piratas.

                Procedentes de las Islas Fértiles, al otro lado del mar. Son fieros y curtidos en mil batallas, fuertes y preparados para cualquier incursión… naval. En combates terrestres no son mejores que cualquier otro humano con un arma y un mínimo de preparación militar.

                Suelen llevar pendientes, pañuelos, joyas… que refuercen su procedencia pirata. Solo profesan lealtad al dinero y las joyas, así que si trabajan para ti y creen que no es suficiente lo que les das, cambiarán de bando ante una oferta mejor o se marcharán. Suelen trabajar por libre a no ser que lo que les ofrezcas les interese.

 

Montañeses.

                Habitan en las montañas Shiruen, mantienen a raya a los drogters y son aliados de la ciudad de Dormas Therm.

De seres y razas (II)

Lichs.

               

                  Los lichs son humanoides con aspecto de reptil, ojos con membrana nictitante y lengua viperina. Sus ojos tienen la pupila alargada y el iris es amarillento. Cuerpo cubierto con escamas y cola ancha y musculosa. Altos, sobre los dos metros, de complexión fuerte y alta resistencia. Buscan el cobijo de las zonas apartadas y no se juntan con el resto de los seres a no ser que sea imprescindible. Inteligentes, hablan casi a la perfección la lengua común aunque usan su propio dialecto, el rechs. Para el combate utilizan armas de filo y de presa, su piel, gruesa y resistente, les proporciona defensa suficiente aunque algunos utilizan armaduras. Al ser una raza inteligente, hay magos y sanadores entre los lichs.

 

Hulichs.

 

               Los hulichs son el resultado del cruce de un lich y un humano. No son algo habitual aunque es más posible encontrar en una ciudad o en un grupo a  un hulich que a un lich. Ligeramente más altos que los humanos, su piel parece normal, pero si se observa de cerca pueden verse pequeñas escamas transparentes que la recubren. Fuertes y ágiles, sin cola, muchas veces pasan desapercibidos y son confundidos con humanos, lo único que puede delatarlos son los ojos, que poseen la membrana nictitante y su pupila es ligeramente alargada. Entre los hulichs hay guerreros, magos, sanadores y exploradores.

 

Humájaros.

 

 

               Los humájaros son humanoides que han desarrollado alas en su espalda, bajo los hombros. Nadie sabe con certeza cómo ha ocurrido, hay quien dice que usaron magia prohibida, pactos oscuros con seres poderosos de naturaleza maligna… Son una raza muy antigua que habita en las montañas Shiruen, antes vivían en ciudades con los humanos, pero debido a una serie de problemas y desavenencias entraron en conflicto y se alejaron de ellos, buscando lugares apartados y a gran altura del resto de los seres que habitan Calüin. Su altura es similar a la de un humano medio, ágiles pero no muy fuertes, no suelen llevar armadura pues eso les impediría volar con fluidez. Usan armas de filo o proyectiles y tratan de atacar siempre en grupo. No les gustan los humanos, especialmente los del norte del Sikan, pues fue con ellos con quienes tuvieron el conflicto hace décadas.

De seres y razas... (I)

                 El Reino de Calüin es un lugar en el que han habitado, habitan y habitarán, muchos seres, criaturas y razas de lo más diversas y, en el fondo, similares. Diversas en cuanto a aspecto, hay algunos enormes como los cifeis, y otros pequeños, como los enanos y los drogters. Parecidas en sus intenciones y propósitos, los hay que ansían controlar el Reino o, simplemente, la mera posibilidad de acabar con sus enemigos acérrimos es suficiente para aliarse con quien sea con tal de eliminar a los vecinos a quienes han profesado odio eterno. Los otros tratan de acabar con los usurpadores de la tranquilidad que nunca llega a Calüin…

                Primero fueron los Señores de la Sumisión (de los que hablaré en una novela futura, todavía algo lejana…) que dominaron el Reino usando el terror y la muerte durante décadas. Después una elfa y dos humanas trataron de someter a los habitantes de Calüin con artes oscuras y alianzas arriesgadas, impensables para cualquiera que quisiera dormir tranquilo por las noches… Tras un periodo de relativa tranquilidad, cien años después, regresaron las Hechiceras Negras, Strotia, Wakuira y Hajhuriaenea, aunque su relación ya era la misma que antes…

                En todas estas etapas han aparecido y aparecerán seres con unas características diferentes que los hacen únicos y, por qué no, especiales. En este pequeño dossier encontraréis una descripción de cada uno de ellos (obviaré a los enanos, elfos, elfos oscuros y demás conocidos por todos) en la que intentaré que la imagen mental que se os forme cuando estéis leyendo las aventuras que forman parte de las Crónicas de Calüin, sea lo más parecida posible a la que yo tengo de ellos. Pero claro, una imagen vale más que mil palabras, así que con la ayuda de mi amigo José Sánchez Segovia, intentaremos que esa imagen sea aún más clara y lúcida. Sin nada más que añadir, vamos a ello.

 

Drogters.

                Estos seres de aspecto humanoide cuya piel abarca diversas tonalidades, desde el marrón oscuro al rojo sucio, suelen medir entre 1,20 y 1,50 metros, aunque algunos pueden llegar al metro setenta y pelear por ser el líder del clan. Suelen tener la cabeza afeitada, a excepción de largos mechones que dejan crecer en las mejillas, de nariz chata y respingona, con ojos cetrinos inyectados en sangre que les permiten ver en la oscuridad a la perfección. Sus armas favoritas son las mazas para el ataque cuerpo a cuerpo, usando arcos rudimentarios o ballestas para atacar a distancia. Sus armaduras, si las llevan, son de cuero endurecido dejando las cotas de malla para el líder o algún drogter afín a él. Poseen una resistencia envidiable, pudiendo caminar durante un día entero sin descansar. Solo necesitan dormir una de cada dos noches. Casi todos hablan la lengua común, aunque entre ellos utilizan un dialecto difícil de entender por quién no lo conozca. Sus aliados, en el caso de que lo necesiten, son los cifeis, hecho que corrobora la teoría de que los drogters proceden de estos, aunque se desconoce qué otra raza estuvo involucrada en el proceso.

                Las hembras drogters son prácticamente irreconocibles a simple vista, de hecho, la mayoría lucha en igualdad de condiciones que los machos y participa en la vida beligerante y activa de los drogters. Solo cuando están preñadas se quedan en los campamentos o refugios hasta que pasan unos meses de dar a luz, dejando a los pequeños a cargo de las hembras más mayores o tullidas hasta que alcanzan la edad suficiente para ir a luchar.

 

               Excelentes excavadores de túneles, capaces de construir verdaderas ciudades subterráneas en las que establecerse o construcciones adosadas a las montañas. Muchos creen que esta es la razón por la que los enanos los odian tanto, pues consideran sus construcciones como una copia de las suyas y no les gusta que las comparen y mucho menos que les digan que las de los drogters son mejores…

 

                Entre los drogters podemos encontrar guerreros y exploradores, pero no hay magos ni curanderos, aunque sí puede haber algún que otro chamán o hechicero.

 

 

Cifeis.

                Enormes y despiadados, superan los dos metros y medio de altura, pudiendo alcanzar hasta los cuatro metros, incluso se han llegado a ver cifeis algo más grandes en lugares recónditos. Sus ojos son oscuros y, en la oscuridad, adquieren un brillo rojizo, lo que les permite ver con solvencia en lugares oscuros, aunque prefieren que haya algo de luz. Su tamaño les confiere ventaja en los ataques cuerpo a cuerpo, con lo que pueden usar las hachas a dos manos, los mazos y cualquier tipo de arma sea de filo o contundente. Una de sus armas favoritas son dos grandes filos semicirculares de acero macizo con un hueco lateral para sus manos con los que rebanan todo lo que se pone ante ellos. Su aspecto es desagradable, nariz ancha y boca grande, con dientes afilados y amenazadores. No son muy ágiles, pero su resistencia en combate y su fuerza no tienen igual, capaces de estar días sin dormir y caminando sin parar.

                Usan la lengua común con fluidez, pero entre ellos se comunican con el mismo dialecto de los drogters. Nadie ha visto nunca una hembra cifei, por lo que resulta un misterio cómo se reproducen. Hay teorías que dicen que ya no quedan hembras y que su población está descendiendo hasta una inevitable extinción.

 

                No son muy inteligentes, por lo que no hay magos ni curanderos entre los cifeis.

 

 

Vefasties.

 

                Asesinas por excelencia, rápidas y mortales. Llegan a medir los dos metros, espigadas y fibrosas, con una agilidad envidiable que ningún otro ser posee. Los machos se ven confinados en los lugares donde habitan usados tan solo para procrear y obtener alimento, cuando ya no son útiles las hembras acaban con ellos. Las manos de las hembras sufren unas malformaciones que hacen que sus palmas sean más gruesas de lo normal y sus dedos se alarguen llegando a medir medio metro cada uno, proporcionándoles las armas que usan en combate pero, a causa de ello, son torpes en el manejo de útiles y armas.

 

               Su piel es de un marrón terroso, rojizo, sus ojos son oscuros y sus rasgos faciales parecen delicados pero esconden una maldad difícil de igualar. Su pelo, castaño oscuro o negro, es afeitado de los lados de la cabeza, dejando crecer el de la parte central.

 

                Hablan perfectamente la lengua común y el vefhuz, un dialecto con el que se comunican entre los de su especie. Inteligentes y peligrosas en combate, son rivales temibles aunque cada vez quedan menos, se cree que el hecho de que muchas hembras acaban con los machos y no se dedican a procrear está pasando factura a la especie.  

 

                Es una especie guerrera, así que no es habitual encontrar magas o curanderas entre ellas.

Preludio a la batalla.

            Las espadas aguardaban desenvainadas y los escudos temblaban golpeando ligeramente las armaduras de metal. No había vuelta atrás. Los que no tenían espadas blandían hachas o martillos, cualquier cosa que les pudiera proporcionar algo de seguridad en estos momentos difíciles. No había otra opción. La formación observaba el horizonte temerosa e inquieta pues pocos de ellos habían entrado en combate anteriormente y, los que lo habían hecho, no guardaban recuerdos agradables de esos momentos. El Sol amenazaba con ocultarse dejando el linde del bosque, que pronto se convertiría en campo de batalla, en una creciente penumbra más perjudicial que beneficiosa. Hacía frío y el aire se colaba por los resquicios de las armaduras produciendo una sensación incómoda, molesta, que no ayudaba a tranquilizar a los ya nerviosos guerreros. Unos decían que sería su última puesta de sol, otros que no verían crecer a sus hijos, algunos que pronto oscurecería y no tendrían posibilidad de vencer, pero la mayoría trataba de convencer a sus compañeros para regresar al pueblo y esconderse...

            Lo que empezó como un susurro se convirtió en un murmullo incontrolado y voraz que se extendía de hombre en hombre como el  fuego en un campo de hierba seca. Se oyó el galopar de un caballo y de inmediato apareció ante ellos su líder ataviado con una coraza digna de las más famosas batallas. En su espalda, sujeto por cintos y cordones, emergía un mandoble enorme usado por sus antepasados en numerosos combates de los que siempre habían salido victoriosos; se preguntó a sí mismo si hoy sería uno de esos envites. Se detuvo en el centro de la formación ante un bufido de desaprobación de su montura y miró detenidamente a sus hombres. El murmullo fue disipándose hasta desaparecer y el silencio se adueñó de la zona. Tras unos instantes que parecieron eternos comenzó a hablar:

            -Compañeros y amigos; familiares y vecinos; hemos compartido tantas cosas que casi podríamos ser hermanos: el lugar donde vivimos, el agua que bebemos, el alimento que nos proporcionan nuestras tierras y el bosque, las fiestas de la primavera y el vino, el aire que respiramos… todo esto y mucho más nos ha unido y hecho fuertes, enseñándonos a respetar y vivir en paz y armonía. Por desgracia algo ha truncado nuestra forma de vida y nos ha golpeado con una dureza sin igual.

            De nuevo el murmullo brotó entre las filas al recordar lo acontecido en los últimos días, un dolor intenso y una rabia procedente del odio más puro azotaron los corazones de los allí presentes.

            -Todos hemos perdido algún ser querido –prosiguió –tal vez a más de uno y de dos, quizá a toda nuestra familia; y yo os pregunto: ¿qué harían ellos en nuestra situación? ¿Esconderse? ¿Llorar sobre nuestras tumbas? No amigos míos, todos sabemos que no harían eso. Yo os diré lo que estarían haciendo en estos precisos instantes: ¡Esperar junto al linde del bosque a que aparecieran esas criaturas del averno ansiosos por vengar nuestras muertes!

            Numerosos gritos de aprobación y apoyo ayudaron a convencer a aquellos que aún tenían dudas sobre lo que estaban haciendo en ese atardecer frío y ventoso. Pronto todo el frente era un clamor dispuesto a entrar en combate con las armas alzadas y los corazones llenos de esperanza.

            -Recordad que somos el último impedimento que se encontrarán antes de llegar a nuestro pueblo, al lugar donde se encuentran las mujeres y los niños, esperando con inquietud y sufrimiento nuestro regreso. ¡Somos su única esperanza! ¡No podemos fallarles! De nosotros depende que tengan un mañana y yo os pido que les demos ese futuro. Muchos caeremos hoy, otros viviremos para recordar como luchamos frente a las bestias, pero todos estamos aquí dispuestos a dar nuestra vida por lo que nos pertenece.

            El discurso se vio interrumpido por unos gritos de alarma procedentes del bosque. De inmediato un jinete salió de entre los árboles dando la voz de alarma:

             -¡Ya vienen! ¡Están aquí!

            Todos miraron con preocupación hacia bosque y apretaron fuertemente sus armas. El momento había llegado. No había elección. Cogiendo con una mano el mandoble que aguardaba firmemente en su espalda y agarrando con la otra las riendas de su montura, lanzó las últimas palabras de aliento a sus guerreros:

              -¡No toméis prisioneros y no tengáis piedad, ellos no la tendrán con vosotros! ¡Venganza! –gritó con todas sus fuerzas –¡venganza!

              -¡Venganza! –respondió el frente al unísono mientras se encomendaban a sus dioses. En esos momentos las primeras bestias aparecieron de entre los árboles aullando y chillando; las afiladas garras cortaban el aire y sus insidiosos ojos se clavaban como dagas en las futuras víctimas. Fueron muchos los combatientes que desearon soltar sus armas y salir corriendo, pero ninguno lo hizo; apartaron de su mente el miedo y pensaron en sus familias, debían dar sus vidas por ellas. La preocupación y la duda se convirtieron en seguridad y entrega, armas difíciles de doblegar que alentaban y animaban en tan desapacible momento. Con un grito ensordecedor corrieron al encuentro de los engendros que salían del bosque a sabiendas de que la gran mayoría no vería el amanecer de un nuevo día… 

 

 

2 de AGOSTO 2015

GOTEO...

Plic, plic, plic…

 

Plic, plic, plic…

 

                La joven se despertó y, sin abrir los ojos, permaneció a la espera.

 

Plic, plic, plic…

 

                Maldijo su suerte y buscó a tientas el teléfono móvil que descansaba sobre la mesita de noche. Desbloqueó la pantalla e iluminó la habitación.

 

Plic, plic, plic…

 

                Fue al cuarto de baño soñolienta y miró el grifo del lavabo: cerrado.

 

Plic, plic, plic…

 

                Descorrió las cortinas de la ducha pero de ésta no caían gotas. Volvía a la cama cuando…

 

Plic, plic, plic…

 

                La ducha. Abrió las cortinas y alumbró de nuevo. De la ducha no caía ni una gota.

 

Plic, plic, plic…

 

                 La débil luz del teléfono se posó en el techo pero la oscuridad lo cubría por completo.

 

Todo menos unos ojos que brillaban devolviendo la luz y una boca entreabierta de la que caían gotas

 

opacas. Dio dos pasos hacia atrás y ahogó un grito cayendo al suelo gimiendo. Tras unos instantes,

 

todavía temblando, apartó las cortinas y alumbró el techo. Nada. Respiró aliviada, estaba medio

 

dormida y su imaginación le había jugado una mala pasada. Volvió a la cama inquieta. Cerró los ojos.

 

 

Plic, plic, plic…

 

                 Esta vez las gotas caían sobre su frente…

 

 

JULIO 2015

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¿Habéis mirado en el interior de vuestro armario?

¿Habéis mirado dentro de vuestro armario últimamente? La mayoría de vosotros

 

diréis que sí, claro, que pregunta más tonta, ¿cómo no vais a mirar dentro de

 

vuestro armario? El lugar donde se amontonan perchas cargadas de camisas,

 

pantalones, chaquetas… pijamas doblados en la leja superior, junto con alguna 

 

gastada sudadera y un chándal con rodilleras a  mitad del camal… todo eso y

 

alguna que otra caja de zapatos con cromos o recortes de artistas famosos. Sí, por

 

supuesto que miráis dentro del armario de vuestra habitación, todos me podríais

 

hacer una lista con lo que guardáis en ese lugar oscuro y lúgubre, apartado del resto

 

de cosas de vuestro cuarto. Pero, ¿estáis seguros de todo lo que hay en su interior?

 

Aparte de ropa y zapatillas, ¿alguno se ha parado a buscar en la parte más oscura y

 

profunda de ese enigmático cuartito sin luz y lleno de sombras sospechosas?

 

Seguro que habéis sido pocos los osados que os atrevísteis a hacerlo. Yo mismo

 

dudo al acercarme a él cuando es de noche, sobretodo si hay luna llena y ésta

 

proyecta su luz en sus inalterables puertas de madera barnizada. Un escalofrío

 

recorre mi cuerpo cuando tengo que sacar algo de él y sólo está encendida la luz

 

tenue y débil de mi mesita de noche. La duda me asalta y mi mano tiembla al

 

acercarse al pomo brillante, mientras veo que me mira desafiante y henchido de

 

satisfacción, esperando paciente a que abra su puerta y algo dentro de él me

 

horrorice y me haga retroceder asustado. ¿Cuántas veces ocurre esto? Muchas,

 

demasiadas. Finalmente abres la puerta en un arrebato de valentía y retrocedes un

 

paso expectante, preparado para cualquier cosa, y entonces…. ¡Nada! Allí están tus

 

camisas, pantalones y demás prendas riéndose de ti una vez más, satisfechos por

 

haberte causado esa sensación momentánea de desasosiego e intranquilidad. Coges

 

rápidamente la chaqueta que buscabas y cierras con rapidez, por si acaso. Te giras

 

para apagar la luz de la mesita y oyes un chirrido inconfundible y terrorífico, ¡la

 

puerta del armario se ha abierto! ¡Cómo puede ser, si la he cerrado bien! Espera, si la

 

he cerrado bien, quiere decir que alguien la ha abierto… ¡No! Será que no la he

 

cerrado con llave y se ha ido abriendo poco a poco… Sí, será eso, seguro…

 

¿Seguro? ¡No! ¡No estoy nada seguro de que sea así! Tengo que girarme y… ¡Uf! Ha

 

sido una caja de zapatos que se ha movido y ha abierto la puerta… Menos mal

 

que… ¡Espera! ¡Algo se ha movido dentro! No puede ser, si en el armario no hay

 

nada más que ropa, ¿que podría haber ahí? Te acercas sigiloso y dubitativo hasta

 

que te das cuenta que no se puede apilar mas de cuatro cajas de zapatos sin que se

 

caigan. Las recoges y más tranquilo, incluso con una risita tonta, te dispones a

 

cerrar la puerta definitivamente por hoy. Eso es importante, hay que cerrarla bien

 

porque conozco a poca gente que puede dormir con la puerta del armario abierta

 

dejando salir tan negra oscuridad sobre la cama. Que si ahora parece que está un

 

poco más abierta que antes, que si dentro de un momento la ves más cerrada… Te

 

quedas mirándola fijamente, decidiendo si te levantas a cerrarla o simplemente te

 

giras y la pierdes de vista… Te aseguro que al final no te queda más remedio que

 

encender la luz (mejor la luz de la habitación que la de la mesita) y levantarte a

 

cerrarla… Tras muchos años de observación y sustos a medianoche, te queda claro

 

que no hay nada dentro del armario a excepción de la ropa (¿de verdad estáis

 

seguros?) y es entonces cuando os tengo que hacer otra pregunta: ¿habéis mirado

 

debajo de la cama…?

 

28 de junio 2015

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      CANCIÓN ANTIGUA

              DE CALÜIN

Mi amigo, el pintor José Sánchez Segovia, nos deleita con varios personajes de la novela. ¡Cuando los veáis querréis que dibuje muchos más!

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